Por pura y limpia casualidad nos tocó asistir a la conferencia de un pedagogo novel que, sin duda, merecía el Premio Nobel de la modernidad. En efecto, entre las numerosas y sesudas disquisiciones de que hizo gala en aquella “galante” sesión, pudimos anotar algunas expresiones tan felices y sabias como estas: “Los profesores antiguos eran unos pobres empíricos. Como carecían de título académico, más mal le hacían al alumnado que bien.
(¡Qué bien se maneja el idioma nacional en estos tiempos! ). Toda la experiencia del mundo, no vale un ápice al lado de un título moderno”.
Hicimos, a mucha honra, casi toda la instrucción primaria en el medio rural. Y, sin querer presumir de aquello, hay que sacar la cara por las enseñanzas que allí recibiéramos. Basta decir que la conjugación de los verbos, en todos los tiempos, modos y personas, se asimiló en el Quinto Grado de aquella escuelita de pueblo. Empíricos debieron ser aquellos tres profesores, bajo cuyo cuidado estaban los seis grados del Plantel. Empíricos debieron ser esos severos Maestros que nos exigían siempre puntualidad a toda prueba, aseo sin tacha, urbanidad sin requerimientos, disciplina sin réplica y trabajo con tesón.
Empíricos debieron ser aquellos tres Maestros que, año tras año, permanecían en su lugar de trabajo, sin abandonarlo sino en raras ocasiones, porque da la casualidad de que ninguno de ellos era nativo del lugar. Empíricos debieron ser esos Maestros que, sin embargo, lograron infundir en nosotros amor por el estudio, aquiescencia por la disciplina, afán por la superación personal, cariño al campo y afecto a los semejantes. Empíricos debieron ser aquellos tres Maestros que, sin cálculos de tipo personal, se dedicaron día a día, fuera de las horas laborables, a realizar actividades deportivas, culturales y de alfabetización, sin cobrar horas extras ni pedir contribuciones pecuniarias de ningún género. En la escuela había un corito de niños, un grupo de teatro, una brigada de salud, un club de jardinería y un equipo de auxiliares para la alfabetización. ¿ De dónde sacaba tiempo para mantener todo aquello ?. Por algo la celebración anual del 24 de Mayo en aquellas remotas edades, los Planteles Educativos laboraban en dos jornadas. ¡ Empíricos los Maestros antiguos !. Puede ser. Pero dicen las malas lenguas que, a veces, “LO QUE NATURA NO DA, EL CARTONCITO ACADÉMICO NO LO PRESTA”.
Marzo, 1981
Diario “EL COMERCIO”, Quito.
(¡Qué bien se maneja el idioma nacional en estos tiempos! ). Toda la experiencia del mundo, no vale un ápice al lado de un título moderno”.
Hicimos, a mucha honra, casi toda la instrucción primaria en el medio rural. Y, sin querer presumir de aquello, hay que sacar la cara por las enseñanzas que allí recibiéramos. Basta decir que la conjugación de los verbos, en todos los tiempos, modos y personas, se asimiló en el Quinto Grado de aquella escuelita de pueblo. Empíricos debieron ser aquellos tres profesores, bajo cuyo cuidado estaban los seis grados del Plantel. Empíricos debieron ser esos severos Maestros que nos exigían siempre puntualidad a toda prueba, aseo sin tacha, urbanidad sin requerimientos, disciplina sin réplica y trabajo con tesón.
Empíricos debieron ser aquellos tres Maestros que, año tras año, permanecían en su lugar de trabajo, sin abandonarlo sino en raras ocasiones, porque da la casualidad de que ninguno de ellos era nativo del lugar. Empíricos debieron ser esos Maestros que, sin embargo, lograron infundir en nosotros amor por el estudio, aquiescencia por la disciplina, afán por la superación personal, cariño al campo y afecto a los semejantes. Empíricos debieron ser aquellos tres Maestros que, sin cálculos de tipo personal, se dedicaron día a día, fuera de las horas laborables, a realizar actividades deportivas, culturales y de alfabetización, sin cobrar horas extras ni pedir contribuciones pecuniarias de ningún género. En la escuela había un corito de niños, un grupo de teatro, una brigada de salud, un club de jardinería y un equipo de auxiliares para la alfabetización. ¿ De dónde sacaba tiempo para mantener todo aquello ?. Por algo la celebración anual del 24 de Mayo en aquellas remotas edades, los Planteles Educativos laboraban en dos jornadas. ¡ Empíricos los Maestros antiguos !. Puede ser. Pero dicen las malas lenguas que, a veces, “LO QUE NATURA NO DA, EL CARTONCITO ACADÉMICO NO LO PRESTA”.
Marzo, 1981
Diario “EL COMERCIO”, Quito.
Excelente ! El cartoncito Académico ,no lo es todo , los maestros antiguos ,si eran verdaderos maestros ,porque llevaban en el alma su vocación , Ellos no sólo daban conocimientos sino que nutrían de valores y principios a sus alumnos. Además el verdadero maestro nace y el que no se hace en el aula,en el bregar de cada día ,pues la práctica docente tiene su propia melodía y su historia diferente que no lo dá ningún cartón , conozco muchos que son maestros hechos en la universidad ...Pero que en el aula se pierden por rumbos desconocidos , falta la EXPERIENCIA.
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